Las mascotas, pesadillas y ángeles del hogar I

A cualquiera le pasó que siempre quiso una mascota. Nunca tuvo la ambición de algo exótico, los primeros sueños van con algún perrito o una adorable gatita. Esto les suele suceder a aquellos que viven en departamentos y los padres se niegan a tener un perro, o le tienen alergia a los gatos, o les da fiaca alimentarlos, o simplemente no les gustan los "bichos". Para los que sufrían por los departamentos, se encontraron con el furor del caniche y resolvieron sus problemas, el resto no sé, ya que yo no tengo ni tuve jamás ese problema.

Mi primer mascota la tuve a los dos años, así que estoy más que acostumbrada a tener un animal en casa. Era una dálmata hembra, pero estaba loquísima: si te la encontrabas afuera de mi casa todo bien, te saltaba te jugaba...ahora, en su territorio, agarráte Catalina. Como de cachorra registró a algunas personas de la familia y después no les hizo nada ya que tenían "permitida" la entrada. Mis viejos no sabían de su comportamiento, y un día mi hermana invitó a una amiga (Mara, el nombre de mi perra, todavía era chiquita, por eso no sabíamos) y a la pobre la siguió hasta el baño, donde se subió a un inodoro en busca de refugio. Se dan cuenta, supongo, de lo brava que era. Ni siquiera te dejaba acercarte a su comida, ¡Era una hambirenta! Siempre estaba cerca de la mesa a la hora de comer a ver si algún boludo (en especial yo) se distraía y  le robaba algo. Una vez hasta se comió una pila. Y cuando estaba enferma y no quería comer, no te dejaba acercarte a su comida tampoco, aunque ella ni la tocaba.

Pero a pesar de eso era hermosa. Era dálmata de raza pero nunca le hicimos los papeles ni nada porque era sarca, tenía un ojo marrón y el otro celeste tirando a blanco. Era hermosa, sin joda, muy linda perra, y cuando no le agarraba la chiripiorca era re simpática. La gente no te creía que era así de loca cuando se la encontraba por la calle, y como era tan vital una vez una señora me preguntó "¿Cuántos meses tiene?" y le tuve que confesar que tenía siente años y medio. La cara de la señora fue increíble. Se murió finalmente a sus buenos doce años, la pobre estaba muy enferma y su estado débil la llevó a tener muchas pulgas-¡por primera vez en su vida!- que post mortem no se quisieron ir de casa...

Pero antes de su fallecimiento, un nuevo integrante entró en la familia: Coco. Mara se le acercó por primera vez, seguramente pensando en que le habíamos traído un bocadito, le pegó un tarascón y Coco le picó la lengua. Nunca más lo jodió, y su relación era distante, y temerosa por parte de Mara. ¡Si le picaba la lengua de vuelta...!

Coco es un loro amazónico. Es todo verde y cerca del pico tiene plumas amarillas y celestes, y debajo de las alas tiene plumas te muchos otros colores como rojo y azul. Cuando le entra sueño se infla todo y bosteza, y es precioso. Y hace unos ruiditos imposibles de imitar por escritos que son re tiernos. Pero a pesar de todo el amor que le profeso, es insoportable.

Por lo visto los loros siempre eligen a su favorito en la familia, y la favorita resulté ser yo: siempre vuela a mi hombro, me pica fuerte rara vez y yo lo puedo colgar, dar vueltas, tocarlo por todas partes, despeinarlo todo y nunca se enoja. Si mi mamá intenta hacerlo, por ejemplo, ¡zas! picotazo, y no se hacen una idea de cómo duele cuando te da fuerte el muy guacho. Pero se estarán preguntando lo básico, ¿Habla? ¡Si, habla! ¡Y cómo! Su repertorio de palabras es el siguiente: Hola, Hola _____(inserte ahí los siguientes nombres: Coco, Luna, EOO (que vendría a ser Sergio) y Coque o algo así que vendría a ser mi hermana), ¿Cómo te va?, Muuuucho guuuusto, Que los cumplas feee (no sabe decir liz), y las otras cosas que dice son palabras sin sentido pero imitandolo que uno dice, o por ejemplo la clásica que alguien cuenta un chiste todos nos reímos y cuando paramos y nos quedamos callados se ríe él, o a veces de la nada se ríe con la risa maléfica.

Coco es un personaje, en fin. Pero es muy egocéntrico, todo el tiempo quiere que le des bola. Cuando le da la locura se pone a gritar de una manera que te rompe los tímpanos, y para colmo el tipo es un destructor, una bomba andante. Los teléfonos tienen botones a medias, idem con los controles remotos, ni hablar del decoradito X de tu remera preferida, en tres nanosegundo se murió, y los auriculares del MP3 son una de sus pasiones, pero ni si te ocurra dejar la cartuchera a su alcance, ama desarmar lapiceras-obviamente las deja en estado catatónico- y dejar a los lápices en astillas. A pesar de eso también tiene su lado dulce, por ejemplo le encanta que le cante, y aunque desafine muchísimo y lo que diga no tenga nada de sentido, él te sigue en un ritmo que nada tiene que ver con la canción pero ¡Canta! ¡Y hasta baila!

Si quieren saber más de las travesuras de mi loro, tendrán que esperar hasta la parte dos. También en la parte dos voy a hablar de mi nuevo perro, Ron, que es un vaca-gato-perro y de la telenovela mexicana de mis pajaritos.