jueves

El objeto del deseo

Esto es una historia verídica dramatizada.


Desde el primer momento en que te ví me enamoré de vos... eras perfecta para mi, chiquita y sexy, mi cartera ideal.
Nos encontramos por primera vez en la casa de mi prima, vos estabas colgando del respaldo de una silla y no pude evitar decir “¡Qué linda cartera!”, pero por desgracia cuando le pregunté “¿Dónde la compraste? ¿Cuánto te salió?” me dijo que no sabía, porque se la habían regalado.
No sabría cómo describirte y que los demás entiendan, básicamente sos así: estás hecha de cuero y tenés forma de paquetito redondo, con dos cordones de cuero de los cuales tirás y te vas cerrando quedando toda fruncida, sos un amor.
Después de ese primer encuentro te busqué por todos lados, galerías, negocios, shoppings... pero nada. Ni siquiera una pista tuya, porque cada vez que preguntaba a las vendedoras por una cartera como vos decían que nunca te habían visto , "cómo puede ser" repetía en mi mente. Pero un día y casi de casualidad mientras corría por una conocidísima avenida porteña para que no se me vaya el último subte te vi en una vidriera, miré el reloj, cinco minutos para que se vaya el subte, y todavía tenía que correr una cuadra, si tan sólo no se hubiese programado un paro de transportes...
busqué con ojos de lince una etiqueta con el precio que no encontré “¡¿Por qué a mí?!” me dí cuenta que estaba perdiendo mi carrera contra el tiempo así que reanudé mi marcha acelerada “al menos sé donde conseguirte, el lunes cuando vuelva a pasar por acá traigo mis ahorritos y te compro”.
Y cumplí mi palabra porque el lunes después del cole estaba parada en la puerta del local, cara a cara con mi deseado objeto. Entré y las ví todas juntitas en un estante con la etiqueta de liquidación, se me aceleró el pulso; además había tanta variedad de color, blanca, negra, roja, violeta (como la de mi prima) y hasta plateadas, entre otros. Me acerqué al codiciado estante y agarré una de las carteras, con ansiedad di vuelta la etiqueta que tenía un $300 tachado, volvió la taquicardia... tomé valor y bajé la mirada para conocer de una buena vez el precio actual... y se quebró mi corazón. $250. Mis pobres ahorros no alcanzaban para semejante lujo y no podía pedirle a mi mamá que me la comprase. “¡¿Por qué a mí?!” volví a preguntarme.
Estaba ahí parada en frente del estante como en shock, cuando vi como dos ejemplares de mis preciosas carteras se alejaba de mí e iban a para a las manos de otra chica que, a diferencia de mí, tenía una tarjeta de crédito y se llevaba no una, sino dos carteras. “una envuelvala para regalo, mi ahijada Kati cumple dieciséis años y sé que esto le va a encantar” dijo mientras sonreía triunfalmente. La vi salir del local con dos bolsas en la mano donde llevaba mis carteras, porque eran mías por derecho.
Mientras lloraba interiormente por no poder pagar mi bolso, una de las vendedoras me dijo “¿Te ayudo en algo?”. “No” le dije “sólo estaba mirando” y me fui. Te ví por última vez en la vidriera y me despedí, mi próximo destino era la parada del subte.

4 cerebros dijeron...:

Anónimo dijo...

No te preocupes que seguro a Kati no le gustó y al otro día fue a cambiarla(?).

Ahora... ¿250$? Podrían haber hecho una rebaja un poco más del 15%, ratas(?).

Cin dijo...

cuantas veces me ha pasado lo mismo! que feos momentos!

besos!!

Lou dijo...

Quién escribió esto?La parte de "después del colegio" me hace dudar

Belu.M dijo...

Claramente lo escribió Nam :) Volví de Napaleofú! cuando tenga tiempo hago una reseña de mi viaje al campo :D